martes, 26 de mayo de 2015

Vida

De nuevo y siempre antigua, aquí está la vida. Delante, invitando a un baile cuyos pasos desconozco.

Solo, terriblemente solo, hermosamente solo, me atrae con una fatalidad maravillosa y voluptuosa. Con el brillo de lo bello que me invadió, con la oscuridad de lo horrible que me combatió, ahí está esa mujer de ojos negros y alma blanca, ahí está esa doncella de la eternidad que saboreo al nombrar: vida, vida, mi vida, la tuya y la nuestra, la que no es de nadie, la que es de todos, la que es lo que es y la que deja de ser.

Dios mío, cuánto deseo vivir, vivir con dignidad suficiente para mirar a la cara a la vida y sonreír. No quiero conquistarla, nada más lejos, quiero acompañarla quiero versarla en los poemas más transparentes y expresivos de sí misma.

He vivido muchas experiencias por las que daría más de lo que tengo; un regalo de la ocasión y del atrevimiento, supongo. Pero no es suficiente, aunque no quiero más, lo que tengo está bien. Simplemente quiero vivirlo con plenitud y eso está en mí, lo presiento porque siempre lo he sabido.

No soy un iluso, soy más un misántropo pesimista converso a palos más verdaderos que la sangre que me recorre. Sin embargo, tengo sueños tan trascendentes y cercanos que enervan mi sensibilidad hasta la catarsis más apasionada.

Puedo hacer gala de un diverso, pesado y completo cúmulo de defectos que hacen de lo que pudiera ser un paseo grácil y coordinado una senda más abrupta. Qué cosa más tonta y más boba estas actitudes que nos salen ante los miedos que no queremos admitir o las realidades que queremos esquivar para dibujarnos puertas más cerca de donde están jajaja.

Soberbia para hacerme valer, dolor callado para expresar invulnerabilidad, pedantería, dislexia ocasional, timidez obcecada y ocasionalmente paralizadora, seriedad para que me tomen en serio, silencio para escuchar, holgazanería para no gastarme (debe ser), procastinación para aburrirme ahora y no después jajaja, juegos con mi carácter para crear situaciones que masturben el ego y un etc. robusto y extenso son algunos de los defectos que puedo atribuirme.

No soy perfecto vaya, dice Alí rascándose la nuca mientras mira el anterior párrafo consternado y con la misma cara de circunstancias que debió poner el ingeniero del puente de Takoma.

¿Y qué cojones importa? Esta es mi vida, la dulce y lúcida vida, y pienso vivirla.

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