martes, 26 de mayo de 2015
Soga de serpìentes
Hoy vengo a blasfemar, mi canto perverso se infiltra
Una reverencia picaresca
Aquí y ahora, NUNCA
Vamos a sonrojar al cielo con el alma irredenta cargada
De furia, timidez, vergüenzas y pérdida
¡Qué vivan los suicidas!
Sus segundos son dorados alegatos de vida
Cuando sobreviven siendo, su vacío conquistado
Desterrados como testigos de su persistencia
Cada instante, una prórroga maldita
Que renueva el canto envenenado,
De una voz que protagoniza su silencio
La nada se deja pisar, cede en su abandono
A la prórroga hambrienta
De un final
De un final cotidiano
De un final en espera, pausado, congelado
De un final que no termina porque es la costumbre de la vida suicida
Sin miedo ya, ni audacia posible
¡Qué vivan, pues, los suicidas!
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