martes, 26 de mayo de 2015

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Cuánto deseo a expensas de mi voluntad lanzarme a navegar lo más profundo de tus mares, pero no encuentro la puerta abisal que reciba mi tempestad. Choco, golpeo, deslizo y agonizo en tu superficie, como si fuese el océano cruel trampa de cristal...

Quizás...quizás sólo es el bárbaro espejo de mis pasadas quimeras, un reflejo mimético que seduce los espasmos que aclaman mis sensaciones. Una trampa, una salida, un disfraz de las pasiones.

Quizás tengo sed y veo mares en el desierto, la arena me enseñó que el viento borra las huellas.

No me faltas...nunca me faltas, con tu presencia me llenas, con tus ausencias te invoco y te recibo de todas las cosas, tal ha de ser mi condición, mago de las sombras de tus pasos rasgados, guardián de los sueños que esperan tu felicidad.

Tengo la impresión de haber encontrado mi final, grabar en una sonrisa la sangre que derraman mis entrañas. La serpiente comienza a devorarse, nos encontramos de nuevo a los pies de una enseñanza, la vida nos lleva a la nada para contemplarla, son acaso estas las leyes del deseo que nos atrapan para soltarnos y rendirnos al dolor que habré de ofrendarte.

Te enseñaré lo que revelan las estrellas en su brillo lejano y sinfónico, pero porque lo habré leído en lo más profundo de nuestra mirada.

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