miércoles, 15 de septiembre de 2010

Un sentido.

A veces, es un mero y somero coqueteo con la pregunta, otras un atormentado deseo de presencia útil y armada, merecida y necesaria y, en el fondo, lo cierto es que nos intentamos justificar azorados y pudorosos por existir, vaya, por estar.

Mas en la fina y sutil frontera en la que el "yo sé" y el "yo creo" se funden aúreamente nace mi sentido. En el nacer del nuevo amanecer y morir en la nueva noche cada día de mi vida, en echar mil miradas diferentes al mismo mundo, en espiar torpemente el cambio, en subir a los hombros de gigantes para ver más allá que ellos, en dar vueltas y más vueltas sin retroceder un paso, en cantar sonriente a las sombras o en bailar con la Tierra mirando al Cielo.

Porque todos arrastramos una cruz, que más que milagro o maldición, es una oportunidad, un punto de conciencia. Ese es tu principio, tu poder.

Sin más, mi sentido es que existo, sin dudas, existo, aquí estoy y sé que si estoy, indefectiblemente, en el fondo, soy.

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