miércoles, 8 de septiembre de 2010

¿

Un instante quebrado, si tiempo hubiere. Una gélida helada del verbo, si el silencio callara.

¿Miedo a saltar? El miedo es cada vez más grande, pero yo también.

Crezco como la montaña, que muere del viento. Crezco como el mar, libre entre mil costas. Como el águila que ama el sol y vive del fuego. Como la vida en el alma del moribundo. ¡Como el sueño esquivo que escupe brumas al hombre despierto!

Es sacarle los ojos al Destino y entregárselos a la Justicia, es clamar como el ser etéreo que canta en soledad, es atreverse a odiar con tanta fuerza como desearíamos poder amar, es beber sedientos del cieno hasta respirar azufre y, una vez bajados nuestros ojos, elevar la mirada hasta el deslumbre.

Viejo el hombre de las diez mil caras, tras un hábito negro como el mar sin luna, aspira y expira tu aliento y duerme tan lejos como tú decidas.

¡Basta!

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